Mujercita.


Encuentro Cinematográfico

Viernes. Día verdaderamente intenso.
Pero completamente, desde que me desperté hasta que me dormí, cansadita y como un bebé por tantas emociones en un solo día.

Dos cosas importantes, porque la otra forma parte de un episodio que merece exclusividad.
Primero. Me junté con Mauro!!! Y fue súper lindo… (el gesto que haya pensado en que como venía para acá pudiéramos juntarnos, y es que lo extraño tanto…) Y así pues. Lo acompañé a dejar un currículo a SERCOTEC (que es Servicio de Cooperación Técnica, igual andábamos más o menos cerca =P) y yo contándole mis penurias amorosas internacionales, y él diciéndome que estaba loca si pretendía hacer de esas fantasías realidad, y yo insistiéndole que lo mío era real, pero él convencido de la imposibilidad del asunto que finalmente terminamos mandando a la cresta el tema. Y después me saca a mi supuesto admirador secreto, del que me hablaba desde que estaba acá, pero que no sé quién es y por más que me genera una tremenda curiosidad el misterioso niño admirador secreto, no quiero preguntarle nada, aunque suene interesante, no, aunque parezca una oportunidad para encontrar el ‘amor práctico’, no, aunque eventualmente podría distraerme, no. Supongo que algún día lo conoceré.
Está un poquito guatoncito, se me anduvo abultando en el Ecuador, como que le salió una pancita, pero sigue igual de guapo que siempre. Y cuico, claro, con su papa hirviendo y su mirada de reprobación de algo como diciendo ‘estai enfermo?’ … lindo.

Creo que esto lo tengo que decir porque definitivamente, además de ser anecdótico es completamente necesario escribirlo. Conocí a un niño muy guapo.
Pero de la manera más cinematográfica existente. Si lo recuerdo y me dan ganas de recrearlo en una escena de alguna teleserie o las típicas series calentonas que están saliendo, (claro que el encuentro no tiene nada de calentón, en sí es súper romántico e inocente) pero es que el conocer a alguien la mayoría de las veces siempre resulta inocente al principio pero termina en un hecho apasionado, no sé si eso es bueno, o es que ya todos estamos progresivamente convirtiéndonos en jotes. No sé. El caso es que el viernes vino mi amiga Helen hacerme un poco de compañía y mientras yo mandaba correos y sacaba fotocopias discutíamos del por qué las minas se enganchan y sufren y la cuestión, porque me preguntó si acaso no extrañaba al Eduardo. Yo la miré y le dije, la verdad NO, jajaja. Y es que es cierto no lo extraño porque estoy tan preocupada de mil cosas que tiempo para recordar escorias no tengo, prefiero pasarme rollos más buenos. Me dijo ella, pucha por qué no puedo ser como tú. Y yo le debí haber respondido esto porque yo debo de tener más testosterona, no sé si te has dado cuenta pero yo actúo como ellos. Abrió los ojos y dijo, seeeeeeee po.
Es cosa de atreverse no más. Y se autoflageló harto rato por no poder atreverse a cosas que son tan simples y que las minas solemos cuestionarnos mil veces porque podemos quedar mal frente a la sociedad, frente al mino que puede pensar que somos guarras etc, y así se queda con las ganas de todo. Una lata en verdá.
Me fui tarrde el viernes. Cuando llegué a Las Rejas, estaba la micro que me servía pero rellena y resulta que tuve que esperar la otra. Cuando me subí me fui hasta atrás porque con mis audífonos no escuchaba el estruendo que traían unos barristas de la U. El caso es que nadie pasaba de la mitad de la micro por el escándalo de estos tipos. Yo toda urgida y toda iracunda quería irme para adelante, pero sería demasiado evidente hasta que llegamos al quince de Pajaritos, y se bajó harta gente que haciendo espacio en el bus dejó ver una aparición. Que me quedó mirando tanto como yo a él. Entonces me dije, ya estoy lo suficientemente grande y valiente como para no hacer nada, tengo que hablarle. Y del quince hasta Olimpo entre miraditas y cosas iba craneando qué decirle que no pareciera evidente, ni muy estúpido. Así que llegando a Olimpo se bajó una señora y se sentó el muchacho. Y toda atrevida me puse frente a él, sin decirle nada. Él se puso a reir algo nervioso, me miró y dijo te querís sentar, yo le dije no, te puedo hacer una pregunta, sí, sonrió, te bajas muy luego, sí me dijo. Pucha! dije, y él, curioso preguntó, por qué, no por nada. Luego le dije, te puedo hacer otra pregunta, él se levantó para dejar pasar a la señora que iba a su lado, y me dijo pasa. Pasé y le dije ¿cómo te llamas?. Alex ¿y tú? Fernanda… (En ese momento quedamos como medios desconectados porque se bajaron los flaites y empezaron a agredir y a palabrearse con alguien porque les habían quitado, supuestamente, un gorro) lo que nos desconcentró totalmente de nuestra graciosa, infantil e inocente conversación fue un gran piedrazo que rompió un vidrio y todos al suelo. Los desgraciados estos seguían tirando cosas, entonces Alex se acercó y trató de protegerme con sus manos y me decía, ven, cuidado. (Lo que me pareció enfermantemente idílico y dulce) Yo lo miré y le dije, qué genial forma de conocer a alguien. Y ambos sonreímos. La micro entonces se metió por una calle que no es la del recorrido persiguiendo a los hampones (quizá no tenga nada qué ver, pero joder que me gusta esa palabra….) y me dijo, ¿bajémonos aquí y nos vamos caminando?. (Y ahora que lo pienso, qué estúpida, debí haberle dicho que sí, así nos hubiéramos ido caminando y hablando y todo lo demás haarto rato =P ) pero iban unos pacos en la micro así que filo. Luego la micro se dio la vuelta y regresó a su camino habitual. Le pregunté entonces qué edad tenía. 21. Oye pero tú donde te bajas más o menos, insistí con mi cuestionario, a esta altura súper propio de la señorita periodista que quiere saberlo todo inmediatamente. En el Conquistador. Ah, si, te bajas conmigo. Y ahí surgió el problema. Recordé que antes de tener la convicción de hablarle, me llamaron de casa y les dije que me esperaran en el paradero.
Llamé a mi hermana para pedirle que se regresaran, pero me enviaron al diablo. Entonces se lo comenté. Pucha, mi mamá y mi hermana me están esperando en el paredero, qué lata porque yo me quería ir contigo. Y yo también dijo. =O
De puta madre, qué otra cosa podría estar esperando. Entonces, ya íbamos a bajarnos, y se levantó. Yo divisé a mi mamá y a mi hermanita y le dije, te voy a volver a ver? Él sonrío y me dijo yo me conecto todos los días al Messenger, así que… Entonces hablamos. Sí, hablamos. Nos vemos. Chao.
Olvidé mencionar que me dio su msn, porque no tiene celular. Pero toda esa cosa del piedrazo y de si me atrevo o no me atrevo, fue para una escena de película. O quizá no tanto, pero seguro para una escena de algo.

Y la verdad es que espero que no haya sido sólo una aparición.
Y oigan, no me culpen que sus vidas sean fomes, porque uno es quien va dibujando la forma de la vida, por eso siempre tengo algo que contarles.

La periodista en su primer día, está feliz. Y súper motivá, en verdá.

2 Respuestas to “Encuentro Cinematográfico”

  1. # Blogger Miss Rydia

    Así que por eso me dejaste botá!!
    Jajajaja buen motivo me parece.

    Erís una ridícula oye por ser.
    Te quiero!  

  2. # Blogger A-X

    Es fantastico cuando se cuenta algo cotidiano como si fuera una aventura épica.

    Me encanta el blog.

    Saludos  

Publicar un comentario

La Feña ♥