Mujercita.


Welcome to the Jungle

Día uno (pero el de verdad) del Transantiago.
Para qué les ando con cosas, no me preocupé ningún día, ni por ver cómo me iba a ir, o qué bus tendría que tomar o en el caos que se presagió desde tiempos remotos, cuando todavía estaban esas micros amarillitas que ahora son un vestigio de mis recuerdos de adolescente. No sé cómo irá a ser mañana o en dos semanas más, si tendré que madrugar o quizá qué artimaña para llegar a una hora razonable a la oficina.
Pero si tengo que, en contra de todos mis principios, reconocer que la cuestión, por lo menos para mi, hoy no fue lo que yo esperaba, aunque no me dejé de sorprender cuando partimos de Toesca y la señora dijo ‘señores pasajeros si su destino es el centro le recomendamos la combinación de línea cinco en la estación Santa Ana’ ahí me vino ese pensamiento aterrador a mi cabecita aún somnolienta, que de sólo recordarlo me duele todo ‘¿y si me voy caminando?’. Me estremecí completa, y reflexioné de vuelta, ‘quizá no sea necesario’ pero cuando bajé por la escalera y vi esa tremenda aglomeración de gente, jamás en mi vida había visto el metro en esas condiciones, debo decir que realmente superó mis expectativas de mole proyectadas para hoy, y comencé a mirar hacia todos lados con cara de verdadera desesperación, porque cresta, obvio, me asusté, dije va a quedar la cagá y no pienso ser partícipe de ella, y un guardia me agarró del brazo y me dijo, hacia donde se dirige, lo miré con alivio y dije, dónde está la salida aquí, y me dijo por allá hacia el fondo, y comencé a nadar entre las profundidades de la multitud, no, es que no, no hay, no puedo, no paso, el espacio, no hay…espacio, y mientras yo caminaba decidida a salir de esa asfixia, aparece el metro y un grito como si hablara Dios, ¡¡¡METRO VACÍO!!! Era una de las posibilidades que también me venía planteando en el camino, pero no me parecía que fuera todo tan maravillosamente milagroso, y entonces desistí de mi loca idea de caminar, y entre el tumulto nos arrepotingamos todos dentro del carro, llenándolo otra vez.
Ver tanta gente me hizo ser aún más observadora de los hechos y logré percibir que había gente que era la primera vez que usaba el metro, pero soy agradecida de ellos, porque no fueron como las bestias que lo usan regularmente.

Ya, ya, ya, quizá tengan razón, es malo pero hay que ver cómo han dado buenos resultados las implementaciones, que haya toda la señaletica que hay por todas partes, (creo que siguen con esa propaganda de sigamos ayudando a que no rayen el metro, para rayarlo y taponearlo con miles de advertencias, sugerencias, haga esto, ande por allí no por allá, cuidado ahí, la línea amarilla, a ver, a ver, oiga no ah, no ah, ya déle espacio y comparta el metro cuadrado), todas las personas que están tratando de que la cosa no sea tan terrible, y la conciencia que generó para con los demás esta, ay, cómo llamarla, este regalito de la concertación para el país, porque para ser el primer día no estuvo tan malo, pero para mí, eso me deja como una egoísta de puta madre porque hay gente que si tendrá problemas y que de hecho, los tuvo, por ejemplo, las personas que antes se levantaban temprano para llegar a tiempo a sus trabajos y que recorrían trayectos de dos horas, verdaderamente me parece una desconsideración grotesca pedirles que lo hagan más temprano aún, y que además, tengan que perder todo el tiempo que van a perder entre las combinaciones entre bus y bus y troncal o metro, y que además cabe destacar que existe una incertidumbre inquietante respecto de la tarifa que se aplicará a éste realmente. Hoy me fijé y en el cartel iluminado ese donde antes decía UNITARIO y UNITARIO REBAJADO, pasó a decir HORARIO VALLE y HORARIO PUNTA. Dicen que sólo van a cobrar un pasaje dentro de los noventa minutos y hasta tres transbordos, pero oí que en horarios peak no, cobrarían todos. Verdaderamente si el panorama se pinta así, creo que es detestable lo que significa usar este sistema, sobretodo para las personas que viven (y esos somos el 85%) lejos de sus trabajos, por la pérdida de tiempo y el costo excesivo en que, inexorablemente, terminará transformándose el monopolio del Transantiago, de esas ideas que creen son brillantes, pero imitar cosas que en otros lugares dan resultado no garantizan el éxito en Chilito, si es sólo Chilito y Santiago aún no es una megalópolis. Gracias otra vez señora Concertación…

Un cabro que cacha cualquier ene de cantidá del Transantiago...


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