Mujercita.

Estoy dolida, muy dolida. Ná de Coldplay ni Ricky.
Claro, pues. Para los despistados, la semana pasada estuvo Coldplay en Chile para deleitar a los que pudieron asistir a cualquiera de las tres presentaciones que ofrecieron en el Espacio Riesco, iniciándose la memorable noche del catorce de febrero y finalizando la fría y lluviosa del viernes dieciséis del mismo. Debe haber sido el evento del año, claro que cuarenta lucas para las entradas más pirujas es sacarse los dos ojos para ir a verlos, y la idea no era sólo oírlos sino también poder contemplar en esplendor a Chris Martin. Y aunque me encantan y los admiro profundamente, aún necesito mis ojos.

Después de esa declaración sórdida de los ojos (sórdida, porque me imaginé entregando en las boleterías este par de casi almendrados y expresivos ojos en un frasco y me asqueé), puedo decir tranquilamente, que hay gente que verdaderamente no merece el aire que respira. El viernes en la Rock&Pop, en el Mañanero, estaban regalando una Golden Box para el concierto del viernes, y claro, llamó una tipa diciendo que estaba chata de su jefe y su trabajo y que el día anterior había renunciado, entonces el locutor (Copano, pues) dijo, ¿en serio?, y ella lo aseguró. Entonces el tío este le dice, y tú podrías ir a reiterarle a tu jefe que renunciaste y que hoy vas a ir al concierto de Coldplay, y qué respondió la gueona rechuchesumadre, la estúpida de puta madre, LO SIENTO, PERO NO ME GUSTA COLDPLAY… Las entradas eran de ella, se iba a ver a Coldplay gratis y dijo… (Es que no puedo repetir eso, es impronunciable) Si me encuentro con esa la quemo a lo bonzo a la muy infeliz…

Luego la que se llevó la Golden Box tuvo que simular un orgasmo con Chris Martin y pues se la ganó. Ahora sólo me conformo con pensar que alguna vez en la vida, quizá cuando esté en España iré a verlos con alguien especial y me moriré de amor por ese alguien. En fin.
Bueno, debería decir la trivialidad del día. Escribe la pelirroja Ary.
Que cómo pude, qué tu pelo natural, que te dirán peliteñida, que no tienes treinta, pero qué bonita te ves, ah, qué lindo tono…
Me costó tomar la decisión por eso de que era súper natural, y que además, mi color natural era bonito, pero joder, me gustó y puedo volver a mi tono después, y no hay nada de malo en innovar, que ya estaba aburrida de mi look.

Y… ah, sí. Cabros probé la Coca Cola Zero. No por venir a decirles a qué sabe ah, no ná qué ver, sino que porque soy fanática. Y nada, sí tiene un sabor diferente, pero el que no tiene paladar no va a cachar ná y va a decir, es la misma gueá… Jaj. Pero es algo tan fino, que mejor me quedo con la Coca Light.