Mujercita.


de cómo me estoy haciendo vieja

¿Habrá alguna cosa más nostálgica de la niñez que hacer un queque con la madre?
También está eso del olor a tierra mojada, que es como el niño eterno escondido detrás del adulto que vuelve anhelante cada verano cuando las señoras riegan los jardines.

Sin embargo, el estar metida en la cocina mirando cómo la mamá prepara la masa del queque, mientras ella explica cada cosa, por qué lleva huevos, por qué la leche y uno intentando robar para probar, es mucho más poderoso que el olor a tierra. Recuerdo que mi madre desde muy niña nos metió a la cocina a mi hermana y a mí, básicamente porque quería criarnos cómo las mujeres modernas, solas, preparadas, sin miedo de prender un horno a los diez años, mucho menos de vivir sola a los veinte. Bastaba que anunciara “tengo ganas de hacer queque” y la reacción era inmediata - ¡síiii! ¡con manzanas!- Y partíamos ayudarla a juntar los ingredientes. Ya en la cocina, cuando empezaba a mezclar los huevos con el azúcar, resultando un exquisito merengue nos ofrecía de las mezcladoras de la batidora, una para cada una. Y hasta ahí nos permitía, decía que después del aceite ya no nos podía dar, porque podíamos enfermarnos del estómago, y ahí venía la avalancha de porqués. Aunque igual mientras ella embetunaba el molde con mantequilla, le hurtaba masa para comerla. Nunca me enfermé de la guata. De más grande la ayudaba a batir la masa, y alguna vez como a los doce intenté hacer uno con mi hermana. Fue un bodrio.

Tuve nostalgia de esos días hoy mientras preparaba uno de plátano, y tener ese recuerdo vívido, claro con los olores, suave con las texturas me hace sentir de inmediato el deber del traspaso de conocimientos consuetudinarios. Aunque hoy en día puede parecer una tradición perdida, la gente viviendo en departamentos casi no cocinan, usan el delivery, qué vamos hablar del olor a tierra mojada si ni jardines tienen. La vida moderna ha dejado atrás cosas entrañables. Y es mucho más complejo transmitir cosas maricas cuando sólo has traído al mundo una mejorada raza de espartanos. Los recuerdos de nuestros hijos no serán olores.

Los queques y postres de mi madre son deliciosos.
Lo que más extraño de vivir sola son los esponjosos bizcochos, exquisitos kuchenes, y la tremenda variedad de comidas que según la estación me preparaba por antojo: tomaticán, porotos con mazamorra, zapallitos relleno o budín de zapallo italiano con papas doradas, sus charquicanes, estofados, carbonadas y cazuelas. Ay mamita del alma mía, cuánto extraño tu mano y a ti. Y tus cuidados cuando enfermo como ahora, que no hago más que hacerme inútiles limonadas y al tercer día de fiebre agonizante partir recién al médico a rastras.
Cuando mejore te iré a preparar buñuelos.

Probablemente nunca leas esto, o quizá lo imprima para el día de la madre.
Si te doy el link vas a vivir sapeándome, te amo mamita.

Etiquetas: , ,

1 Respuestas to “de cómo me estoy haciendo vieja”

  1. # Blogger Unknown

    Son "esas pequeñas grandes cosas" la que nos invaden los recuerdos y añoramos mas a nuestras madres. Yo lo vivo seguido ya que vivo en el departamento de mi infancia, y aunque los muebles, piso y colores de las paredes son diferentes los espacios son los mismos.

    Espero que pronto le hagas el queque a tu madre :)  

Publicar un comentario

La Feña ♥