Cuando en la mañana del terremoto me dispuse a barrer los vidrios esparcidos en la cocina del departamento, los miré antes de juntarlos y cuando amontonados, rompí en llanto.
Faltó que por esas cosas de voluntad del alcantarillado se reventara una cañería y me inundara el medio metro que hay entre el refri y la mesa.
Al menos a mí me lo solucionó un escobillón y aspiradora que por fortuna sí tenía.
Faltó que por esas cosas de voluntad del alcantarillado se reventara una cañería y me inundara el medio metro que hay entre el refri y la mesa.
Al menos a mí me lo solucionó un escobillón y aspiradora que por fortuna sí tenía.
Etiquetas: historias, primera persona, terremoto
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