Mujercita.

Realmente estoy sorprendida. Del desorden espantoso y de cuánto cachivache hay en mi cartera. Hoy persiguiendo el envoltorio de mi chicle Bigtime Passion Edición Limitada, fui a dar a ella después de unos tres o cuatro meses y fue atroz. Primero metí la mano sin siquiera mirar, como soy ciega y tengo mis otros sentidos más desarrollados por eso, creí que sólo tocando lo encontraría, pero fue imposible así que la abrí para buscar así entre las cosas, pero tampoco pude encontrarlo y hallé tanta porquería que opté por explorar la cuestión y limpiarla.

Entre todo había: mi libreta de apuntes de la U que contenía el papel fotográfico que me regaló Jano, y un aviso de aprobación de crédito del Santander Banefe de mi hermano; el libro ‘El Anticristo’ de Nietzche que cargaba mi credencial de prensa, y cuatro entradas gratis para la Luxor; la carta del director de la carrera que nos hace responsables del uso de la credencial, una prueba de Redacción General con nota seis siete, el apunte de la profe Nany para la nota informativa del cierre de RCTV que me prestó Pato, una hoja de ejercicios de ortografía acentual, literal y puntual; una fotocopia de la columna de la Consuelo, la pauta de trabajo del trabajo de investigación de Historia Contemporánea, una hoja con la letra ilegible de Cesar con las posibles preguntas de la prueba del libro ‘A Sangre Fría’, mi informe de estado de movimientos de la tarjeta del banco, el librito de Santiago en cien palabras (publicación 2007) con otro tanto de entradas para la Luxor, una cuchara auxiliadora (para comer), tres lápices pasta mordidos, tres lápices tinta winnie the pooh, un portaminas y un lápiz pasta retráctil de winnie también, mi lápiz-goma de winnie, un corrector en botella, un destacador amarillo y un lápiz pasta de Laboratorios Chile. La tapa del pendrive, las llaves del velador de la oficina, una lima, un pincel de labios, una peineta de cejas y pestañas, dos pinches, un clip, mi estuche de cosméticos, una tira de parches curitas, una crema de manos, un set de sombras, mi botella de astringente, mis vitaminas, un chocolate, las boletas de los lugares que he ido con el susodicho (es una manía), la boleta de la última compra del súper con mis fabulosos ciento treinta puntos, el comprobante de correos de Chile por el paquete que envié a España (ya hace muchísimo tiempo y aún no acuso recibo de mi regalo), mi gel para la boca, los audífonos de mi celular robado, mis dos preciosos monederos, mi billetera y unas cosas que son de uso femenino exclusivo… Y eso es demasiado si pienso que había sacado mi yogur con cereales y el otro celular.
A veces pienso que eso es una proyección del estado de mi cabeza. Estuvo a punto de colapsar pero la salvé. No creo poder seguir cargando esta clase de pesos en mi hombro derecho. Con razón lo noto cada día más raro.

A propósito… había de todo, pero no estaban mis chicles!!!