Mujercita.


Los Orígenes

Es que yo creo que mi debilidad y afición y pasión por las humanidades se conserva porque he tenido profesores que han sabido enamorarme de éstas, y enviciarme en ellas.
Desde pequeña siempre tuve buenos profesores en Lenguaje e Historia. Recuerdo que tenía una profe de Historia en la enseñanza básica tremenda, la mayoría la odiaba (y temía) porque era muy estricta y un poco exagerada también, pero era seca. Ella metió la Historia Universal en mi sangre y en quizá qué parte de mi cerebro, que cuando llegué a la enseñanza media, lo único que quería era llegar a tercero medio para pasar todo ese año hablando de los egipcios, los griegos, los romanos (La época antigua es mi favorita), la edad media, el renacimiento, el barroco, las guerras mundiales, todo, yo quería pasar todos los días del año estudiando historia con mi Profe Minerva, que ella por Dios que tenía bien puesto el nombre (Minerva era la diosa de la sabiduría de los romanos, que era Atenea de los griegos). Si mi profe Isabel metió la Historia en la básica, mi profe Minerva de la media me hizo apasionarme, yo todo lo que quería era ser así de seca como ella, siempre me fue bien con ella. Recuerdo que en segundo medio saqué el mejor promedio en Historia (en segundo pasan Historia de Chile); y en tercero recuerdo que salí con la cabeza echando humo de una prueba de desarrollo de Historia Universal, y salí de las últimas, pero mi esfuerzo valió, Prueba de desarrollo coeficiente dos, Ary obtuvo un siete, lo que hizo no poder bajar la escala y que todas mis compañeras no les fuera tan bien, porque fui la única que respondió ese testamento completa y correctamente. Leía y escuchaba atentamente sus clases, y con eso me bastaba para dejarme el recuerdo y responder lo que me pedía.
Lamentablemente, en cuarto medio me cambiaron la profe y mi promedio se fue a las pailas en historia, la razón más adelante porque es la misma por la que bajé mi promedio en Lenguaje en tercero y cuarto medio.
No tuve grandes profesoras de Lenguaje en la básica, me salía innato ser buena en eso. Pero en la enseñanza media tuve una profe, una en particular, que admiraba y admiraba en verdad, a veces hasta morbosamente. En ese corto minuto en que me creí capaz de dármelas de docente de las letras, todo lo que siempre me motivó fue ser exactamente como ella.
Sara Reinoso. Con ella me iba súper bien. Hablábamos de temas siempre interesantes, y más quería ser como ella, era una mujer muy bella, y más quería ser como ella, tenía un estilo de enseñanza demasiado atractivo para mi y era, ciertamente, brillante. Siempre admiré toda la de conocimientos que tenía y su forma de expresarse.
También recuerdo a Colomba, su hija, y la manera en que absorta la evocaba en las clases y decía cosas como ‘Colomba para mi es magia’.
Yo sabía que le caía bien y creo que a veces eso atentó contra la imparcialidad que supone el contexto escolar, pero me daba lo mismo, hasta que llegó tercero medio y no estaba, se fue, seguro a algo mejor, como todas las personas buenas en algo y que tienen aspiraciones. Lo sentí mucho en verdad, pero luego lo sintieron mis notas. Llego una profe que era súper subjetiva para evaluar las pruebas, es decir, si las respuestas no eran como las de su cabeza estaban malas y eso llevó a pique mi promedio de lenguaje, la misma razón por la que en cuarto también arrastré al barranco el de Historia. En realidad, ellas nunca tuvieron la verdad última, única e irrefutable, pero se creían omnipotentes.

Mi profe favorita se perdió.
Siempre esperé encontrármela por una maldita casualidad en el metro o el liceo pero no, la Stefy me dijo, mira y…
madre mía, la profe Sara.
Aunque puse una foto de parte de mi cuarto Cé, y más encima sale el Gianni ¬¬!, este post entero es dedicado a ella. Por ídola, maestra y ejemplo, aunque ahora yo aspire a periodista, ya quisiera ser sabihonda de Borges, aunque ahora esté enamorada de esta carrera y la ame, pero ella es seca.


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