0
Miro mi escritorio y todavía no lo puedo comprender.
Cómo es que puedo sentir esto y cómo puedo seguir hiriéndome de esta manera. Desearía cambiar tantas cosas. Desearía también no sentir esto, pero ya no soy una niña y tampoco sirvo para engañarme. Todavía siento a mi papá y todavía me duele que mucho de esta historia haya sido escrita con estas líneas, a veces cortadas, sólo por causa de él.
Todos estos años negandome a aceptarlo como si fuera el peor de mis karmas y, sin embargo, nada, ya casi soy una mujer y sigo esperando en los cuartos cerrados de mi cabeza, en la puerta agachada a que aparezca mi papá. Todavía busco los agujeros que tapaba con mis dedos de bebé diciéndo¡Pín!. Todavía añoro el recuerdo del padre que me amaba y de quien era su regalona. La Fenita... y sus ojos.
Pasaron los putos meses y los años y cuando ya temía encontrarme con un viejo desconocido, estaba ahí y yo aterrada lo rehuía, hasta que algo sentí y quise estar con él para decirle todo. Puta, papá, mírame, no ves que aquí estoy y sigo siendo invisibe... pero, papá, papá. ¿Qué?. ¿Por qué?, por qué viejo por qué. Y sólo con el silencio y una mirada enterrada en el suelo me contestaba. Y allí yo mirándolo, inspeccionando todo, desde su piel teñida por el trabajo bajo el sol, verano tras verano, por el frío del sur, invierno tras invierno. Su cabello blanqueado por el paso del tiempo. Fueron años, muchos años, ¿cómo puedes meterte ese tiempo al bolsillo? ¡¿Qué cresta pensaste?! ¿Que eso se hace y fin? Puta y mi vida, mis deseos de estar con mi papá, de no haber vivido todo lo que estuve obligada a vivir y a soportar y ¡mírame, por la cresta, mírame! Tanto rencor, odio y desprecio y mírame estoy buscándote sólo para abrazarte, para enterrarme en tu pecho de hombre viril y tus brazos fornidos, sólo para decirte que a pesar de todo, no sé por qué te quiero más que la cresta, para que me saques estos demonios de mi cabeza, para que alivies todos los dolores que aún no olvido. ¿Y tú qué? Te separas frío porque no sabes quién soy, no reconoces a esta mujer fuerte y herida y por eso firme, pero que te quiso perdonar. Yo que llegué, te escuché y quería olvidar, perdonarte, para sentir que sí había un padre que sí me buscó. ¿Pero sabes que me encuentro? Con un niño. Victor Fernando Muñoz. Tu HIJO. Lo ví y supe quién era. Victor por tu padre, Fernando por mi. Y era la copia fiel de mi, de tu HIJA, pero a él lo conoces. Sabes qué le gusta, tienes sus dibujos del día del padre, ¿y todos los que YO tenía para alguien que no existía?.
Lo odio tanto, porque se quedó con mi esperanza de tener a MI papá. Toda mi vida...
Ya no hay nada ¿ves?. Papá mírame, mira mi vida, mira mis lágrimas, si pude haber perdonado, pero me has herido más. Y yo sigo queriéndote y refugiándome en la esperanza en que no llegará nuca el día en que tenga que hablar con una fría lápida para decirle lo que ¡NUNCA ME HAS DEJADO DECIR!
Si tan sólo supieras, si tan sólo conocieras mi dolor, dolor de toda mi vida...
Veinte años, viejo, veinte años... y esto me hiere y debería herirte por hacerme daño.
"Cuando vi el video, lloré como lloro justo ahora porque no sé olvidar "
Todo el mundo recoge lo que siembra. Y tú siembras más amor del que merecen los demás, ten fé en que la cosecha será un día espléndida. Te la mereces. Besos.