Es difícil aceptar que cuando quieres a alguien te ciegas, pero es así.
Y por tantas cosas. Los placeres y todo aquello, ¿cuánto vale un rato de eso?
Y por tantas cosas. Los placeres y todo aquello, ¿cuánto vale un rato de eso?
Un rato de esa breve perdición…
Un rato de tocarte, definir la geografía de tu espalda con mis labios, encontrarnos en un beso de tu boca, encontrarnos fijos, inequívocos en nuestras miradas, mis ojos que no escapan de los tuyos, los tuyos que me encadenan seductores, así encerrados, mientras mis manos se arrastran por tu vientre, las tuyas que sucumben a las mías y deciden apresarme.
Tu aliento en mis labios obligándome a cerrar mis ojos y esclavizare a ti, a ser sólo por esta noche tuya, dejando todo sólo al sentir.
Ya comienzo a humedecer, es mi vientre sudado, mi espalda destilando gotas de deseo, el fuego que enciende los poros y desciende.
Tus labios están en los míos, separándolos, sigues incitándome, sigues acercándote, de a poco tus brazos, tu completo ejerciendo presión sobre mi, te injertas en mis fibras, acaricias mi cintura, besas mis hombros, deslizando tus manos por mi espalda, me estremeces, es incontenible; tomo tu cuello y me pierdo en tu boca, en tus labios, sintiendo la humedad dulce de tu lengua, me he erizado completamente, entonces me empujas suavemente hasta encontrar sitio en la pared. Allí, envueltos en la magia del silencio, de los susurros y los leves pero presentes gemidos, continuamos enamorándonos. Avanzas decidido esta oportunidad. Llegas hasta mis pechos que esperan por tu locura, y los sientes, me abrazas contra tu pecho y me sientes. Tus manos se liberan y comienzo a ser tuya, a formar parte de ti, y a desvanecerme en el ciclo del deleite. Respiros agitados, suspiros cargados de llamas, ya no somos nosotros, ya nos hemos olvidado de todo. Ahora es estar juntos, incendiando las fronteras del mundo, acercando los límites de las distancias, de lo qué es allá y lo qué es acá. No hay idiomas, no hay horarios, no es día ni noche, simplemente, estamos cadenciosos en el baile de los aromas, de los sabores, de los sentires: estamos siendo uno.
Ya todo es inminente, viajas por mi piel, la besas embravecido, y sólo puedo permitirte, permitirte descubrir, revelar, cruzar, dejar todo dispuesto para ti. Sólo puedo decirte que, “sabes, te deseo”…
Mi cuerpo ardiendo exuda amor, extraño pero amor, violento pero amor, sereno pero amor, travieso pero amor, dispuesta para beber todo de ti. Dispuesta para recibir todo de ti.
Tendida en la cama te observo, de pie frente a mi me contemplas. No espero. Te atraigo hacia mi con un beso, me enjaulas con tus brazos, quiero estar cautiva así, ser tu prisionera por las noches, con mis piernas te envuelvo, con mi cuerpo te espero, estamos sudados yaciendo, aún sin el primer bombardeo, pero la guerra ya es ingente.
Serás mío. Tu mente estará conmigo, tu ser estará dentro de mí, nadie te amará como te ama esta noche tu súbdita, nadie te venerará de esta manera. Nadie te despojará de esta demencia temporal, ¿¿¿dónde está tu racionalidad???
Eres la bestia dulce que sí, deseé, que sí, esperé, que sí, busqué. El que se presenta esta noche, asumiendo las perversiones, tu cuerpo y el mío estremecidos, estoy siendo tuya y tú, mío. Estás atravesando, estás descubriendo, estás enterrando tu daga, es la herida más dulce, es la muerte que he buscado, perecer en tus brazos, con tu veneno en mi cuerpo, con tu elixir en mí…
Con mis entrañas contraídas, con tu puñal expandido…
No había ciencia, era mi destino, los oráculos lo habían predicho, ‘encontrarás la muerte en la sangre inmortal, en tierras lejanas, en un poeta frustrado…’
Dije que lo haría y aquí quedó con doble publicación y es que lo amerita... Para mi Ilustrado.
Etiquetas: carne cruda
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