Impresionante.
La pasión que lo motiva, este amor por enseñar lo hace sumergirse dentro de la pedagogía y olvidarse de todo.Claro, como yo, en el Ministerio no pienso en lo absoluto en él, pero estando aquí, encerrados en los mismos diez metros cuadrados, es más difícil que la mierda mirarlo y no encender.
Increible.
Sus brazos, estoy como abstraída en ellos, sometida a ellos, y así es que tuve que valorar esa frase que emanó de sus labios: 'me gusta abrazarte porque puedo envolverte con mis brazos' y sentirlo.
Delicioso.
Aunque haya sido un final verdaderamente trágico. Recorrer su silueta, la suavidad de su piel con mis labios, presionar mi rostro con el suyo, sentir la fricción de su rostro tosco. Envenenada de deseo, sentir el deleite dentro de mis fibras, volando veloz por mi sangre enardecida, obligandome a cerrar los ojos y perderme disfrutandolo. Abrazados, enredados, así es que sentí, así es que trascendí y más...
Conmovedor.
Como habla del amor. Es un hombre eternamente enamorado, casi conformado por moleculas de amor, '...anhela el amor y no lo encuentra'; sus palabras fueron cual en el silencio caen gotas de lluvia sobre los cristales de una ventana, una melodía fatalmente enternecedora.
Aún así, a pesar de todo, a pesar de su indiferencia, de su desprecio sutil, lo siento, aún lo siento. Siento su mirada que vaga esporádica sobre mi, como esperando una respuesta que no existe.
Maldito.
Estando aquí es que me doy cuenta que su semilla proliferó, echó raices, fue más que apagar el incendio, más que aventar agua al fuego. La idea, la realidad que este personaje es inspiración; encantador, adicción, frente a tanta cosa en mi que obliga a una persecusión endógena y una inextinguible devoción, aún secreta, aún dolorosa, aún incisiva y frustrante.
Desconcierto.
Que hable de Neruda, que hable de eso... Amo las letras, es la pasión que mueve más que mi vida. Estoy profundamente enamorada de las palabras y, conmovida por ellas.
Nostalgia.
Y... terrible. Ya lo dije, todo es recuerdo. Desde su aroma, hasta los sonidos, la gravedad de su voz, su sentir, la música, el silencio, él y yo inclusive, y todas, absolutamente toOoodas sus palabras; desde su historia hasta ese ademán patético y frustrante del final, desde sus mentiras hasta sus secretas y sensibles verdades. Desde el humo asfixiante impregnado en mi completamente hasta su aliento y el sabor de sus besos después de entregarse ofuscado al placer, como kiwi, ese exquisito sabor acido y dulce... Desde su mirada y sonrisa infantil que obsequiaba cuando absorta lo contemplaba en su interrumpido descanso. Desde la locura de su cabeza aletargada hasta la sobriedad que entregó en aquel último momento, decidiendo no lastimar. Pero el daño está hecho, estuvo hecho, él lo hizo y es por eso que tuve, tuvo, tuvimos que irnos. Partir, dejar.
Maldito él, maldita yo.
Que sucumbimos básicos y terrenos a la tentadora sombra del placer, simple y común, expuesta como todo lo fácil, ahí, encima, en nosotros y caímos.
Maldito él que no me enseñó que era más que sólo pasión.
Maldita yo que limité todo sólo a la pasión, sin entregar nada que sabía dolería.
Malditos, sensibles y apasionados.
Malditos. Cumplidores de Profecías.
La pasión que lo motiva, este amor por enseñar lo hace sumergirse dentro de la pedagogía y olvidarse de todo.Claro, como yo, en el Ministerio no pienso en lo absoluto en él, pero estando aquí, encerrados en los mismos diez metros cuadrados, es más difícil que la mierda mirarlo y no encender.
Increible.
Sus brazos, estoy como abstraída en ellos, sometida a ellos, y así es que tuve que valorar esa frase que emanó de sus labios: 'me gusta abrazarte porque puedo envolverte con mis brazos' y sentirlo.
Delicioso.
Aunque haya sido un final verdaderamente trágico. Recorrer su silueta, la suavidad de su piel con mis labios, presionar mi rostro con el suyo, sentir la fricción de su rostro tosco. Envenenada de deseo, sentir el deleite dentro de mis fibras, volando veloz por mi sangre enardecida, obligandome a cerrar los ojos y perderme disfrutandolo. Abrazados, enredados, así es que sentí, así es que trascendí y más...
Conmovedor.
Como habla del amor. Es un hombre eternamente enamorado, casi conformado por moleculas de amor, '...anhela el amor y no lo encuentra'; sus palabras fueron cual en el silencio caen gotas de lluvia sobre los cristales de una ventana, una melodía fatalmente enternecedora.
Aún así, a pesar de todo, a pesar de su indiferencia, de su desprecio sutil, lo siento, aún lo siento. Siento su mirada que vaga esporádica sobre mi, como esperando una respuesta que no existe.
Maldito.
Estando aquí es que me doy cuenta que su semilla proliferó, echó raices, fue más que apagar el incendio, más que aventar agua al fuego. La idea, la realidad que este personaje es inspiración; encantador, adicción, frente a tanta cosa en mi que obliga a una persecusión endógena y una inextinguible devoción, aún secreta, aún dolorosa, aún incisiva y frustrante.
Desconcierto.
Que hable de Neruda, que hable de eso... Amo las letras, es la pasión que mueve más que mi vida. Estoy profundamente enamorada de las palabras y, conmovida por ellas.
Nostalgia.
Y... terrible. Ya lo dije, todo es recuerdo. Desde su aroma, hasta los sonidos, la gravedad de su voz, su sentir, la música, el silencio, él y yo inclusive, y todas, absolutamente toOoodas sus palabras; desde su historia hasta ese ademán patético y frustrante del final, desde sus mentiras hasta sus secretas y sensibles verdades. Desde el humo asfixiante impregnado en mi completamente hasta su aliento y el sabor de sus besos después de entregarse ofuscado al placer, como kiwi, ese exquisito sabor acido y dulce... Desde su mirada y sonrisa infantil que obsequiaba cuando absorta lo contemplaba en su interrumpido descanso. Desde la locura de su cabeza aletargada hasta la sobriedad que entregó en aquel último momento, decidiendo no lastimar. Pero el daño está hecho, estuvo hecho, él lo hizo y es por eso que tuve, tuvo, tuvimos que irnos. Partir, dejar.
Maldito él, maldita yo.
Que sucumbimos básicos y terrenos a la tentadora sombra del placer, simple y común, expuesta como todo lo fácil, ahí, encima, en nosotros y caímos.
Maldito él que no me enseñó que era más que sólo pasión.
Maldita yo que limité todo sólo a la pasión, sin entregar nada que sabía dolería.
Malditos, sensibles y apasionados.
Malditos. Cumplidores de Profecías.
Etiquetas: profetas
Son palabras sentidas, con algo de rabia con algo de frustración... dejas que éstas salgan de ti en forma transparente (quizas demasiado)... un ejercicio más que útil de desahogo pero llevado a cabo con precaución es lo mejor
besos
Gracias por contestarme. Espero y es mas me gustaria estar en contacto contigo para poder hurgar y sacar conclusiones igual de interesantes como tu lo pareces. esta es mi direccion de mail: rac_imito@hotmail.com. te espero alli. un beso