Mujercita.


Tan cerca y tan lejos...

Y esta es la parte donde tengo que anunciar pseudo orgullosa mis puntajes y la ponderación de ellos, en que digo que los preuniversitarios son una mierda y la PSU también, pero NO. O sea, los preu sí son una porquería y la PSU también, pero no mencionaré nada de mis puntajes, sólo que me fue relativamente bien. Puntajes que, por cierto, no influyen en nada también, porque hace dos semanas que soy universitaria, o sea, hace dos semanas que estoy matriculada en la U para ser periodista.
Tranquilos, esto es lo mío…

Alguien me inspiró bestialmente para escribir esto.

La isla estaba silenciosa, ellos sagaces, casi no hacían ruido deambulando entre los arbustos y las colinas, era una noche más y volvían por su presa favorita.
Esta manada de lobos pronto quedaría comandada por un nuevo líder, Rick ya comenzaba a envejecer y a perder la destreza de un cachorro en desarrollo. Por línea de descendencia directa era que recaía la responsabilidad de ese deber.
Rober, un joven lobo despierto hacía un par de años, poseía por herencia todas las cualidades y habilidades del gran Rick, quien lo entrenó duramente desde su primera transformación.
Para Rober, nada, desde sus músculos desarrollándose extraordinariamente hasta la aparición de sus garras lo abrumó, todo era para él inherente a su naturaleza, lo que siempre lo diferenció del resto de la manda, además de la no existencia de marcas en su cuello, esos dos puntos jamás se insinuaron, ni sangraron bajo el destello de luna llena.

Era un nativo de sangre pura, quizá el último, quizá el único, quizá uno de los pocos que hablaba el legendario papiro. Lo cierto es que por eso, no fue necesario hacer rito de iniciación y traspaso de honores (la costumbre era batirse en un combate con el lobo que no por descendencia fuera el más apropiado para seguir la dinastía y honorificar el mando de líder), pero el hecho de ser parte de la leyenda le concedió respeto innato de esa y el resto de las manadas, sin necesidad de pasar por los votos del aullido.
Pronto Rick debería entregarle la potestad a su hijo, Rober, pero igualmente le pidió una muerte, lo que marcaría el inicio de su soberanía en aquella estirpe.
Rober confiaba en sus habilidades y en su espíritu que lo guió siempre a no temer, pero el destino aguardó milenios por esa noche.

Se acercaban sigilosos a la costa, a las rocas.
Los lobos a diferencia de cualquier ser, por la sensibilidad de su sentido auditivo, toleraban los seductores cantos de las sirenas, sus presas favoritas.

Todos sabían que en ese ecosistema tan reducido, el aire, la tierra y el agua no eran precisamente complementarios, los seres por los que eran habitados eran absolutamente rivales en la batalla de la supervivencia. Pasearse por el mundo de los humanos resultaba la mayoría de las veces un suicidio si se intentaba ir solo, ya que desde el día en que un vampiro enseñó su transformación a vista y paciencia de todos, marcaron sus vidas para siempre respecto del mundo de los vivos.
La raza de las sirenas comenzaba a extinguirse debido a la indiscriminada caza de los lobos, éstas siempre fueron preocupadas, pero su insistencia por enloquecer a los vampiros las llevaba siempre a la muerte en manos de los hambrientos lobos, éstas siempre se mezclaban durante el día (recuperando sus piernas y una forma más humana para desplazarse por tierra) con ellos o con los vampiros y solían visitar a los seres mágicos de las cavernas, sólo con ellos lograron generar una amistad sincera, por sufrir de las mismas debilidades y masacres de las bestias.

Aquella noche la sangre de Rober corría ardiente, excitada por la emoción, esperaba el aullido de todos los demás en señal de aprobación por el sacrificio, así que se adelantó y siguió el delicado sonido de la voz de una sirena, caminó sin hacer ruido, cuando por una colina alcanzó a divisar la larga cabellera oscura y la delicada figura de aquella musa, no parecía esperar nada, sólo salir a contemplar el horizonte antes de otro anochecer que la devolvería otra vez a las profundidades.
Al oírla, curiosamente, Rober, volvió a la forma humana, lo que lo hizo sentirse vulnerado, pero mientras más la oía más parecía fragilizarse. El sonido de una roca alertó a la sirena, que como aún era de día se levantó e intentó explorar los alrededores, estaba segura de haber oído un ruido y nadie podía verla en su forma humana, era una prohibición. Rober al darse cuenta que la sirena podía caminar, pero quedó más sorprendido con la belleza de la mujer. Había olvidado completamente el objeto de su visita a la costa y parecía cambiar la orientación de éste. Miró el cielo que no quería oscurecer e hizo todos los esfuerzos por convertirse nuevamente en lobo, pero nada logró más que darle la dirección correcta para dar con su ubicación. Y mientras él seguía intentando darle la forma a su cuerpo, ella lo observaba acercándose silenciosa, él con grandes esfuerzos consiguió transformar sus ojos a un azul intenso y una leve aparición de sus colmillos. La sirena se acercó temerosa y dijo, quién eres, él asombrado sólo la olfateó por todos lados, su aroma era entre frutas y flores, la recorrió completamente hasta llegar enajenado a sus labios, en donde se miraron un largo rato y profundamente, con su voz gutural él contestó, ¡qué haces aquí, quién eres!, ella asustada reconoció la voz de un lobo bajo esa mirada profunda y se alejó, ¡dije que quién eres!, soy Ary, tú quién eres dijo casi en un susurro, ¡por qué estás aquí!, volvió a rugir, porque quise contemplar el atardecer, tú qué haces aquí contestó esta vez con su voz un poco más severa e incorporando una postura más desafiante. Él rió entusiasmado. No seré tu burla niño malcriado, me largo, agregó. Y comenzó a caminar, él la observó y no pudo dejar de sentirse intensamente atraído por aquella doncella, así que la siguió, ella se posó sobre una roca y saltó al mar, quedaba muy poco del atardecer, era tiempo de regresar, antes de sumergirse Rober rugió ‘¡Ary! Soy Rober, sé que eres una sirena y prometo no decir a nadie su secreto…’ y sonrió, ella frunció el seño y dijo, no sé de qué hablas, y sé que eres un lobo y no le diré a nadie de esta debilidad tuya, y volvió a sonreír. Rober se lanzó al mar junto a ella, lo que la sorprendió, ambos conservaban aún la forma humana, la tomó por la cintura y agitado le dijo, cuídate doncella, quiero volver por ti. Y ella se alejó en un nado veloz.

Volvió a las rocas, empapado y aún con su forma humana esperaría el brillo de la luna para regresar con los demás, pero en sus pensamiento seguía la musa que sería su trofeo al convertirse esa noche en el nuevo líder de la manada, pero ella seguía con vida y él no tenía sus garras manchadas con sangre de ninfa marina y ninguna explicación que fuera creíble para no perder el respeto que desde niño siempre ostentó. Pensó en la mentira que debería decir, se arañó la cara y rasgó su ropa. Había caído la noche y lentamente recuperó su forma de animal. Regresó fingiendo estar exhausto, todos querían ver las escamas de la mujer que había elegido, pero sólo se presentó fatigado y con deseos de dormir. Rick, su padre, espetó dónde está la sirena que daría el inicio de tu nuevo honor, Rober esto no es un juego, todos esperan por tu sacrificio, ¡o es que te ensañaste y la destrozaste como para no verla? ¿Y por qué estás así de amoratado, enfrentaste a algún escolta? Dijo irónicamente.
Me interné mucho más cerca de la costa había unos vampiros, padre, estaban matando a uno de ellos en la costa bajo los rayos del sol, se dieron cuenta de mi presencia y tuve que luchar, ¿qué mejor sacrificio que uno de esos infelices, padre, un estúpido pez que canta? Rugió exaltado.
Bien, si fue así, dime dónde está el cuerpo.
Me llevó a la selva, ahí luchamos, luego lo tiré en la costa y se desintegró, puedes ir a verlo para comprobar que lo que digo es cierto.
Aún así eso no será suficiente para que seas el nuevo líder de esta manada, no queríamos un vampiro, queríamos una sirena y sabes perfectamente por qué, espero que comprendas y mañana regreses con lo que te pedimos, lo más probable es que vayamos más, si los vampiros merodean no te dejaran hacer tu trabajo tranquilo, descansa e intenta recuperarte, mañana nos traerás al pez.

Cuando todos dormían, Rober seguía pensando en aquella mujer: vendrá la luna y me devorará si no la tengo en mis brazos otra vez.
Y con ese pensamiento en su cabeza, regresó raudamente al mar. Y nuevamente sucedió, tomó forma humana.
¿Qué sucede, por qué me convierto? Es de noche y la luna está casi llena, dijo, y fue cuando se apareció nuevamente la seductora voz de la sirena, y estaba seguro que era ella. Se acercó a las rocas, pero esta vez ella no pudo salir del mar, se posó en la roca, cerca de él, mientras asombrado contemplaba su larga cola llena de escamas que la luna hacía brillar. La miró con ojos enternecidos, ella se acercó con sus brazos hasta el cuello de Rober y suspiró cerca de sus labios, se soltó sonriendo y coqueta y regresó al mar, allí se movía de un lado a otro bajo las olas que hacían brillar su cabellera, embobado observaba su ir y venir hasta que ella dijo, qué haces aquí Rober, tu manada vendrá por ti y no quiero morir, él le dijo acercándose a las olas, no morirás, no mientras no te haya besado, y ella se acercó a él también, tomó su rostro y lo acarició y acercando sus labios a los de él dijo, no me hagas esto Rober, y él la callo con un beso dulce que quitó los colmillos violentos y la rigidez de las escamas del cuerpo de Ary, ambos se sorprendieron. Rober se lanzó al mar, la tomó por la cintura nuevamente y contempló su cuerpo desnudo bajo el mar, su cabello cubriendo sus pechos, abarcando hasta su cintura, la fragilidad de su espalda y de sus manos, la claridad de sus ojos, y sus labios rojos encendidos por el beso, ella sólo se dejaba observar, sabía que eso no era posible, pero estaba allí, en el mar con un lobo y mientras más su corazón se apasionaba por el de él más perdía su forma de pez, las escamas desaparecían con cada latido de su corazón, y en lugar de su cola aparecían lentamente dos piernas fuertes.
Ary, no sé qué sucede, no soy yo quién está aquí frente a ti, no soy este vulnerable, este conmovido por tu belleza, no soy este que siente cómo se aprisiona el corazón mientras te siento cerca, no sé qué me sucede desde que te conocí, mi destino era cazarte y el tuyo era la muerte y mira, estamos aquí en la forma más débil, más frágil, sintiendo algo que no sé qué es y de lo que siento miedo, pero siento que está bien, siento que es lo que debe ser y no quiero alejarme de ti nunca, quisiera quedarme muerto en tu regazo por siempre, y estoy confundido, no sé qué hacer, dijo Rober con su voz gutural.
Ella nadó por alrededor de él envolviéndolo con sus manos, cubrió sus ojos, tocó sus pies con los de él, y chapoteando frente a él lo besó.
Lo tomó de la mano y lo acercó a su mundo, recorrieron cavernas en el interior del océano, saludaron peces y cada cierto tanto volvían a la superficie a respirar porque para ambos mantenerse bajo el agua resultaba dificultoso.
Cuando casi ya comenzaba a amanecer Rober dijo, hay algo aquí que no marcha como son las leyes, quisiera que no cantaras para nadie más que para mi, quisiera morderte y hacerte por siempre mía, pero no sé qué debo hacer, y en mi naturaleza bestial no existen estos conceptos y no soy un debilucho, sabes, pero me vulneras y siento algo en mi panza y en mi… mi… ¿corazón? Aceleras mis sentidos y disfruto mirarte, disfruté esto contigo, pero algo está mal: eres sirena y yo lobo, y nuestros mundos rivales, mi familia querrá devorarte y la tuya engatusar a los vampiros para que nos cacen, o maten o conviertan a esa asquerosa estirpe. Dime qué debo hacer, sólo qué debo hacer.
Ella envolvió su torso con las piernas, y lo abrazó. Rober ya no podía más, al sentir su cuerpo tibio su instinto despertó e intentó controlarlo, pero antes de siquiera poder despedirse saltó del agua y regresó a tierra con su cuerpo con pelos y sus garras atravesaron la tierra. Se volteó iracundo y rugió ¡antons Arantxa!.

La templanza de Rober siempre lo destacó de la furia siempre latente de todos los lobos, se decía que su bestia estaba dormida o era tan humano que eso lo hacía ser lobo innato, se decían muchas cosas de Rober, siempre se dijo pero nada que llegará a sus oídos, el respeto que se le tenía era el suficiente como para temer de las consecuencias.
Al regresar con el resto, su padre le gritó, ¡dónde estabas, te he buscado, incesantemente te he buscado por toda la isla, no dormiste aquí, en dónde estabas!
Buscaba medicina y mírame estoy como nuevo, ni marcas ni debilidades.
Cazarás ahora mismo a esa sirena, a la que sea, y me la traerás, y la dejarás sobre esta piedra, para que cada día recuerdes que por eso te hiciste lobo.
Padre, creo que no es el tiempo aún, tú aún posees sabiduría y fortaleza para guiar y proteger esta dinastía, además creo que para demostrar algo y ser el líder, debería hacer lo que se ha hecho siempre y lo que dicen las leyes de la iniciación, también no comprendo por qué una sirena, son tan débiles, padre, qué te pruebo con eso, quiero demostrarte que soy un lobo de verdad, quiero luchar con alguien que posea mi fuerza, es una cobardía cazar una sirenas.
¿Cuestionas mis procedimientos? Rugió su padre irritado, me es igual, traerás a la sirena, te daré un mes, prepárate, si es eso lo que necesitas, prepárate, pero cuando sea la próxima luna llena traerás a la sirena como te lo pedí, ¿entendiste?.
Voy a estar solo, déjame este mes solo y regresaré con tu sirena.
Haz lo que te parezca, pero quiero a la sirena, Rober, quiero verla muerta y que hayas sido tú el responsable.

Se alejó de la manada que se internaba en la selva, corriendo desesperado a la costa y mientras más se acercaba, perdía velocidad y volvía a la forma humana.
Allí estaba, en las rocas, con sus piernas, toda radiantemente blanca, su cabellera, su voz.
¿Rober? Dijo emocionada, y se precipitó a los brazos fuertes y desnudos donde se quedó.
Pensé que no volverías, que había sido un sueño, el mar es inmenso son ti, tan cerca y tan lejos, Rober, pero ya estás aquí.
Y aquí me quedaré. Pasaron la mañana bajo las aguas y cuando cayó el atardecer, volvieron a la orilla, y ahí Rober dijo, me he dejado llevar, me siento tan bien aquí, tú a mi lado, eres perfecta, y se acercó a sus labios, la besó otra vez. Ella se aferró de su cuello mientras él acariciaba su piel, su cintura, sus manos, la abrasaban y ella ya había decidido entregarse, entonces la tibieza de sus cuerpos se fundió y no hubo un sonido más que el gemir de ambos sumergidos en las profundidades del placer.

Así pasaban los días y Rober sabía que se acercaba la luna llena. Ary parecía estar cada día más bella y eso apasionaba el incontrolable corazón de Rober, y sentía que cada día todo se intensificaba más. Ya no quería perderla y jamás podría asesinarla y guardarla de trofeo para siempre, aunque ninguna de las noches en que la vio dormir sacó de su cabeza las frías palabras de su padre, y por qué deseaba que fuera una sirena, así que aquella noche, la anterior a la luna llena partió a las cavernas donde se solía hacer la iniciación en busca de algo que lo hiciera comprender, en una de ellas estaba el legendario papiro y esperaba encontrar la respuesta allí. Había cofres y altares, pero en ninguno el papiro, de pronto frente a una pared había el dibujo de una mujer de cabello largo y un lobo que la sostenía en sus brazos. Miró un buen rato la imagen y de pronto comenzó a cavar bajo el dibujo y ahí estaba, un papel viejo y húmedo, que decía en el idioma de los ancestros que Rober manejaba, que el respetable sería puesto a prueba, pero conocería el amor en las aguas y de ellas jamás podría apartarse, que el día de la iniciación la conocería y retornaría a la originalidad, que sólo una persona lo desafiaría y si tenía éxito llevaría a la dinastía a gobernar el inframundo, lo que todos los sistemas aspiraban.

Nunca quise ser esto, sé que todo lo que necesito es estar con ella, y no la mataré.
Corrió a la costa nuevamente, como aún era de día decidió ir con ella donde su padre, le contaría todo, le enseñaría su vulnerabilidad y le diría que no quería ser ese del papiro y que seguro él no era, que había más generaciones y que no sería él quien dañaría al ángel que cambió su vida, repetía constantemente el discurso mientras arrastraba a Ary que no entendía nada, la cargó en sus brazos, le decía corriendo, sonriendo y pensando, Ary, no te dejaré entiendes y mi vida soy capaz de dar por ti, pase lo que pase estaré por ti siempre, en tanto ella sonreía y enredaba sus brazos en el cuello.
Al llegar a la manada todos lo miraron sorprendidos, de hecho, no lo reconocieron y dejando Ary delicadamente en el suelo dijo, no quiero ser su líder, amo a esta chica y por nada del mundo la mataría, no para ustedes, no por esto, no para ser lo que quieren ser, así que aquí les digo que no seré lo que siempre fui, y si esa leyenda es cierta, pues ¡jodánse!
Su padre alzó su garra y le hirió el pecho de donde salieron unas gotas de sangre, Rober se las tocó y comenzó lentamente a convertirse en lobo otra vez, Ary asustada se acercó a él para abrazarlo, para no rechazarlo en esa forma que ella desconocía, pero al sentir el contacto de su piel tibia sintió el mismo ardor en su cuerpo, que alguna vez ya había sentido y tuvo que escapar, pero esta vez no escapó, ella se asustó ante la frialdad de su respuesta, un leve rugido y una mirada furiosa, pero no sabía que dentro de él estaba luchando el Rober con el que había llegado hasta allí y esa bestia que se le presentaba ahora a frente a ella. Todos los integrantes de la manada se alejaron, su padre no movió un músculo, entonces Rober la tomó por los brazos y la presionó tan fuerte que penetró en su delicada piel, entonces el cuerpo de Ary comenzó a tomar forma de pez y la tristeza se apoderó de su corazón, Rober acercó a la sirena hasta su aliento, la miró intensamente y ella sonriendo dejó brotar una lagrima de sus ojos, mientras Rober mordía su cuello, dejándola desangrarse con la marca de los puntos, desgarró su cola de pez sacudiéndola de un lado a otro, cuando por fin se detuvo, la vida de la sirena se había gastado en las manos de la bestia de Rober, y él volviendo en sí, aulló durante miles de noches mientras contemplaba el cuerpo blanco y frío de su amada en las rocas, abandonó la manada, la dinastía y todo lo que fuera a devolverlo a esa fatídica noche, pero éstas se hacían más largas con el tiempo y el dolor de Rober era más intenso, pensaba si algún día moriría y la encontraría, pero sus recuerdos se nublaban y Rober todo lo que hacía era proteger incansablemente el cuerpo inerte de quién fue su vida y su muerte.





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